Fumar sigue siendo un símbolo de iniciación a la vida adulta
Una vez que empiezas, es difícil dejarlo
Dejar de fumar |
La mayoría de las personas empieza a fumar antes de los 20 años. Poco a
poco, las situaciones en que habitualmente se fuma se van asociando
con los efectos reforzadores de la nicotina. Beber café, descansar en
medio del trabajo o salir con los amigos son situaciones que se
asocian a un cigarrillo, y dificultan mucho que el fumador abandone su
adicción. El condicionamiento que se produce en semejante contexto es
una de las causas más importantes de recaídas.
Otros factores asociados a un cigarrillo son el entorno social y
muchos momentos claves de la vida en nuestra sociedad: bodas,
bautizos, o cualquier tipo de celebraciones sociales, incluidas las
deportivas. Fumar sigue siendo un símbolo de iniciación a la vida
adulta y un elemento de identificación con el grupo. Por otra parte,
también influyen aspectos de la personalidad, como la rebeldía, la
tendencia al riesgo o la inestabilidad afectiva. Del mismo modo
también es importante el papel simbólico que en ocasiones tiene el
hábito de fumar, ya que para muchos adolescentes y preadolescentes
fumar es "propio de los adultos", sofisticado, o confiere atractivo
personal.
Como en otras enfermedades, las mejores estrategias para afrontar el problema son las de prevención y control, que deben abarcar dos aspectos: uno de abordaje social - disminuyendo la presión social para fumar - y otro de apoyo a la deshabituación de la adicción al tabaco. El primero se logra mediante políticas de espacios libres de humo del tabaco, libres de publicidad, y controlando la promoción de la conducta de fumar, que se lleva a cabo desde la publicidad. También es importante que se lleve a cabo un despliegue de medidas que aseguren una protección real de los menores frente al acceso al tabaco, junto al establecimiento de una política fiscal que refuerce la prevención. El segundo debe facilitar ayuda efectiva a las personas para que logren dejar de fumar minimizando el riesgo de recaída, con apoyo terapéutico que no se limite a intervenciones farmacológicas, sino también psicosociales.
Como en otras enfermedades, las mejores estrategias para afrontar el problema son las de prevención y control, que deben abarcar dos aspectos: uno de abordaje social - disminuyendo la presión social para fumar - y otro de apoyo a la deshabituación de la adicción al tabaco. El primero se logra mediante políticas de espacios libres de humo del tabaco, libres de publicidad, y controlando la promoción de la conducta de fumar, que se lleva a cabo desde la publicidad. También es importante que se lleve a cabo un despliegue de medidas que aseguren una protección real de los menores frente al acceso al tabaco, junto al establecimiento de una política fiscal que refuerce la prevención. El segundo debe facilitar ayuda efectiva a las personas para que logren dejar de fumar minimizando el riesgo de recaída, con apoyo terapéutico que no se limite a intervenciones farmacológicas, sino también psicosociales.
Todas las formas de tabaco (cigarrillos, pipas, cigarros, narguiles y
tabaco sin humo) son peligrosas. No ayuda sustituir con productos que
parecen que son mejores para ti que los cigarrillos comunes, como
cigarrillos electrónicos o cigarrillos con filtro o con bajo contenido
de alquitrán.
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